Saturday, August 1, 2015

Indio Mayta, alma de un pueblo, costumbres vivas


El Indio Mayta no ha muerto. Costumbres que identifican a un pueblo

Quien no recuerda sus raíces, no carece de memoria, sencillamente, está muerto (CRR).

 

 

Cada pueblo tiene sus costumbres que se revelan en el lenguaje, la vestimenta, la música, la comida, las relaciones sociales. Hoy se habla mucho de la marca, como conjunto o de características que identifican de manera única a un producto, un servicio, una empresa y en un nivel social mayor, a una ciudad, un país. ¿Qué peruano no conoce e identifica el logo de la marca de su producto favorito, y ahora del Perú?

 







Las costumbres no se pierden y se mantienen porque representa  el vínculo emocional y vital con el pasado, como defensa ante fuerzas externas poderosas se enfocan en la destrucción o desaparición.  El símbolo que sumariza y evoca a lo que representa puede ser por lo general gráfico o icónico (las marcas mencionadas antes) aunque también puede adoptar formas sonoras o imágenes, como el caso de la entonación característica de la conversación o la vestimenta de los campesinos en Cajamarca o cualquier lugar. La entonación y la lírica de la canción “Carolina” de Miguel Antonio Silva Rubio, el Indio Mayta, definen esa marca, la identidad, el lenguaje característico del campesino cajamarquino.


 

 

El huaino del Indio Mayta comienza así:


-Carolinaaaa, Carolinaaaa

  Oye Cachipolvoras,  ¿no has visto a la china Carolinaa?

- Está con el cholo Nacarino

- ¿Cómo que con el cholo Nacarino? Hmmm

   Carolinaaa, Carolinaaa.

 

 
En un viaje a la provincia de San Miguel, Cajamarca, para participar en la reunión de escritores y artistas del año 2015, al dirigirme al paradero de autos para regresar a la estación de buses en Chilete (dos horas en auto desde San Miguel) con una compañera de viaje decidimos tomar un auto que estaba a 100 metros del paradero oficial. Faltaban en apariencia solo  dos pasajeros, cuando el chofer sugirió que en el espacio destinado para ellos iría un tercer pasajero. El temor de la incomodidad nos  hizo  dudar y escuchamos que desde el paradero el chofer nos decía que con dos pasajeros más, salía inmediatamente. Para nosotros era urgente llegar a Chilete para comprar los pasajes  hacia Lima, así que decidimos caminar hacia donde nos llamaban. En ese momento mágico se produjo un diálogo que me hizo sobre parar y decirle a mi compañera:  “El indio Maya no ha muerto.  Escucha”.

¿Por qué mágico? El diálogo entre los dos choferes o conductores evocaba nítidamente la llamada del Indio Mayta buscando a Carolina; las frases tenían semejanza con la lírica y la entonación  del huayno “Carolina”. Quizás, si  hubiera tenido un cajón, la flauta , violín o los instrumentes que acompañaban al Indio Mayta, improvisaba y creaba una versión personal  de un huayno a su estilo. El titulo podría ser “Chofer tramposo”

 



 

EL chofer del paradero nos prometía salir inmediatamente. Cuando empezamos a caminar el primer chofer comenzó a dialogar a gritos con el  que le quitaba los pasajeros. Lo curioso es que del lenguaje serio, citadino con el que empeñan en mostrar formalidad y corrección se pasó al lenguaje espontáneo, campesino, el que se lleva en el alma y se aprende desde la cuna, en la escuela de la vida. El diálogo era algo como esto:

Chofer 1: Oye cholo tramposo, ¿porque me quitas mis pasajeroooos?.

Chofer 2: Tú vas a Salir tardeeee. Yo salgo ahoritaaaa.

Chofer 1. Oye cholo,  te dejo llevar mis pasajeros porque eres mi amigoooo..

Chofer 2. Y también tei dejau antes. Estamos a manoooooo

Chofer 1. Le voy decir a la china María que te castigueeee

Chofer 2. No seas vengativo, maldiciaoooo.

Chofer 1. Te voy a cobrar. No te olvideeees. Hmmm


No creo que sea exceso afirmar que durante la mayor parte del viaje, me divertía recordando esta espontánea conversación y sobre todo, la forma como me hicieron evocar a un artista popular. Cuando un peruano está en el extranjero,  oye una canción  peruana siente nostalgia por  su patria; cuando se recuerdan  estas situaciones, la nostalgia por el pueblo o la región también nos invade y  alguna lagrimita se asoma, a veces.

Presumo que muchos de los lectores han experimentado situaciones parecidas, que forman parte de su baúl mágico de recuerdos y que demuestran que las costumbres de un pueblo, pese a los embates de culturas ajenas y dominantes, de  modas y usos extraños,  aún se mantiene y se revelan de manera inesperada. 

El Perú es nuestra patria, nuestra ciudad natal es  la patria pequeña y los recuerdos  y vivencias evocadas de  esta manera son los que nos mantienen firmes , enraizados en nuestro origen y nos protegen de las fueras que tienden a convertir a las personas en seres anónimos, desarraigados, sin origen ni destino, sin alma.

Para demostrar que este sentimiento es general, apelo a los  amigos arequipeños que también deben sentir nostalgia cuando escuchan los sonidos que caracterizan a su gente; reconozco en ellos, la intención de conservar o retener estas características como parte de su cultura.






 Debo confesar que cuando  he visitado Arequipa, nunca me he sentido extraño en esa linda tierra. La gente, las costumbres, el ambiente en general me trasladaban inmediatamente a mi tierra cajamarquina. Solo confirmaba que Dios podía crear el paraíso en varios lugares, sin quitar nada a uno para darle al otro. Un detalle, las chinas cajamarquinas y arequipeñas son hermosas, sin duda.

 
Disfrutemos también de la música arequipeña


 Sin duda, un cajamarquino con profundas raíces en esta hermosa tierra (padres, abuelos y muchas generaciones anteriores) no se olvida de sus chinas y cholos; también un arequipeño con profundas raíces en este suelo tampoco olvida a sus chinas y lonccos.

 Para terminar volvamos al norte para escuchar  otro huayno cajamarquino entonado por los Reales de Cajamarca.