El Indio Mayta no
ha muerto. Costumbres que identifican a un pueblo
Quien no recuerda
sus raíces, no carece de memoria, sencillamente, está muerto (CRR).
Cada
pueblo tiene sus costumbres que se revelan en el lenguaje, la vestimenta, la
música, la comida, las relaciones sociales. Hoy se habla mucho de la marca,
como conjunto o de características que identifican de manera única a un
producto, un servicio, una empresa y en un nivel social mayor, a una ciudad, un
país. ¿Qué peruano no conoce e identifica el logo de la marca de su producto
favorito, y ahora del Perú?
Las
costumbres no se pierden y se mantienen porque representa el vínculo emocional y vital con el pasado,
como defensa ante fuerzas externas poderosas se enfocan en la destrucción o
desaparición. El símbolo que sumariza y
evoca a lo que representa puede ser por lo general gráfico o icónico (las marcas
mencionadas antes) aunque también puede adoptar formas sonoras o imágenes, como
el caso de la entonación característica de la conversación o la vestimenta de
los campesinos en Cajamarca o cualquier lugar. La entonación y la lírica de la canción
“Carolina” de Miguel Antonio Silva Rubio, el Indio Mayta, definen esa marca, la
identidad, el lenguaje característico del campesino cajamarquino.
El
huaino del Indio Mayta comienza así:
-Carolinaaaa,
Carolinaaaa
Oye Cachipolvoras, ¿no has visto a la china Carolinaa?
- Está con el cholo Nacarino
-
¿Cómo que con el cholo Nacarino? Hmmm
Carolinaaa, Carolinaaa.
En
un viaje a la provincia de San Miguel, Cajamarca, para participar en la reunión
de escritores y artistas del año 2015, al dirigirme al paradero de autos para
regresar a la estación de buses en Chilete (dos horas en auto desde San Miguel)
con una compañera de viaje decidimos tomar un auto que estaba a 100 metros del paradero
oficial. Faltaban en apariencia solo dos
pasajeros, cuando el chofer sugirió que en el espacio destinado para ellos iría
un tercer pasajero. El temor de la incomodidad nos hizo dudar y escuchamos que desde el paradero el
chofer nos decía que con dos pasajeros más, salía inmediatamente. Para nosotros
era urgente llegar a Chilete para comprar los pasajes hacia Lima, así que decidimos caminar hacia donde
nos llamaban. En ese momento mágico se produjo un diálogo que me hizo sobre
parar y decirle a mi compañera: “El
indio Maya no ha muerto. Escucha”.
¿Por
qué mágico? El diálogo entre los dos choferes o conductores evocaba nítidamente
la llamada del Indio Mayta buscando a Carolina; las frases tenían semejanza con
la lírica y la entonación del huayno “Carolina”.
Quizás, si hubiera tenido un cajón, la
flauta , violín o los instrumentes que acompañaban al Indio Mayta, improvisaba y
creaba una versión personal de un huayno
a su estilo. El titulo podría ser “Chofer tramposo”
EL
chofer del paradero nos prometía salir inmediatamente. Cuando empezamos a caminar
el primer chofer comenzó a dialogar a gritos con el que le quitaba los pasajeros. Lo curioso es
que del lenguaje serio, citadino con el que empeñan en mostrar formalidad y corrección
se pasó al lenguaje espontáneo, campesino, el que se lleva en el alma y se aprende
desde la cuna, en la escuela de la vida. El diálogo era algo como esto:
Chofer
1: Oye cholo tramposo, ¿porque me quitas mis pasajeroooos?.
Chofer
2: Tú vas a Salir tardeeee. Yo salgo ahoritaaaa.
Chofer
1. Oye cholo, te dejo llevar mis
pasajeros porque eres mi amigoooo..
Chofer
2. Y también tei dejau antes. Estamos a manoooooo
Chofer
1. Le voy decir a la china María que te castigueeee
Chofer
2. No seas vengativo, maldiciaoooo.
Chofer
1. Te voy a cobrar. No te olvideeees. Hmmm
No
creo que sea exceso afirmar que durante la mayor parte del viaje, me divertía recordando
esta espontánea conversación y sobre todo, la forma como me hicieron evocar a
un artista popular. Cuando un peruano está en el extranjero, oye una canción peruana siente nostalgia por su patria; cuando se recuerdan estas situaciones, la nostalgia por el pueblo o
la región también nos invade y alguna
lagrimita se asoma, a veces.
Presumo
que muchos de los lectores han experimentado situaciones parecidas, que forman
parte de su baúl mágico de recuerdos y que demuestran que las costumbres de un
pueblo, pese a los embates de culturas ajenas y dominantes, de modas y usos extraños, aún se mantiene y se revelan de manera inesperada.
El
Perú es nuestra patria, nuestra ciudad natal es la patria pequeña y los recuerdos y vivencias evocadas de esta manera son los que nos mantienen firmes ,
enraizados en nuestro origen y nos protegen de las fueras que tienden a convertir
a las personas en seres anónimos, desarraigados, sin origen ni destino, sin
alma.
Para
demostrar que este sentimiento es general, apelo a los amigos arequipeños que también deben sentir
nostalgia cuando escuchan los sonidos que caracterizan a su gente; reconozco en
ellos, la intención de conservar o retener estas características como parte de
su cultura.
Disfrutemos
también de la música arequipeña