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Tuesday, June 30, 2015

Coroico, Bolivia. Aventura, riesgo y adrenalina


Coroico (Bolivia) . Un paseo alucinante por el camino más peligroso del mundo

 

 

 

El ser humano busca espacios públicos o privados para encontrar la paz interior, la tranquilidad o para descubrir el potencial o límite de sus fuerzas y capacidades; en el segundo caso, puede internarse en la selva, en el mar, en el insondable desierto. Presentamos  un lugar donde además de disfrutar del hermoso paisaje de la zona intermedia entre selva y sierra, tiene la oportunidad de practicar una actividad que le demandará dosis altas de adrenalina. En esta ocasión, no es el Perú, sino en Coroico, un poblado de nuestro vecino, Bolivia.






 

Coroico es cabecera del municipio del mismo nombre, de la provincia de Nor Yungas, se encuentra ubicada al Nor-este del Departamento de La Paz , y al Este de la cordillera Oriental de los Andes, en la región de los Yungas. Tiene una extensión de 1.088 km².

 

Las características climáticas de Coroico y su cercanía con la ciudad de La Paz, la convierten en uno de los destinos más visitados en Los Yungas. En el pueblo se encuentran todo tipo de servicios, entre ellos, hoteles de descanso, hoteles 5 estrellas y restaurantes con diversidad de platos, y se puede apreciar desde cualquier punto del pueblo las grandes montañas circundantes. Las actividades turísticas más desarrolladas en la población son el senderismo y el ciclismo. Es pues, una zona especial  pues no existen hoteles de 5 estrellas  en cualquier lugar, ya veremos porqué.

 
 
 


El Camino de los Yungas y el ciclismo de aventura

 

Se recorre el camino conocido como el más peligroso del mundo, desde los 4700 m de altura (como en Ticlio , Perú, el paso terrestre más alto)  para llegar a 1500 m de altura en un tour de 1 día cuando se forma parte de una expedición organizada por una empresa, o el tiempo que quiera si va por su cuenta. Para los novatos, se aconseja mejor ir en un grupo organizado. Durante el descenso puede detenerse en los miradores para para apreciar excelentes vistas de “la ruta de la muerte”.

 
 


Si se compara las altitud, en apariencia no haya nada especial. En el Perú tenemos lugares y caminos que van más allá de los 4500 metros de altura y, hermosos paisajes, poblados y escenas que son dignas de una postal.  Pero en este entorno de Coroico, los caminos son únicos y por eso se le llama “el camino de la muerte”. Las pendientes son de 90º (noventa grados), perfectamente verticales y quien se asoma a escudriñar el fondo, puede ver apenas una débil silueta de las quebradas o ríos, o quizás nada si el día esta nublado. La neblina cubre el camino con un manto misterioso, como cuando se cruza la cordillera peruana en el abra de Porculla, al dirigirse de Chiclayo a la selva peruana.

 

El Abra de Porculla, conocido también como el Paso de Porculla es un paso  través de la Cordillera de los Andes en el norte del Perú; a los 2145 metros  sobre el nivel del mar es el paso más bajo en la cordillera en dirección a la selva. Fue descubierto en 1902 por el explorador peruano Manuel Antonio Mesones Muro. ¿Cuál es la relación con Coroico? Sin duda no es la altura, sino la espesa neblina que impide ver más allá de unos pocos metros; como en Coroico.

 

En Bolivia, el  Camino a los Yungas, también conocido como Camino de la Muerte, es un camino de aproximadamente 80 km de extensión, que une la ciudad de La Paz y la región de Los Yungas, en sus recorrido de La Paz a Coroico se precipita en un desnivel de 3600 metros de diferencia de altitudes, como una ruta plagada de curvas en horquilla extremadamente estrechas entre abismos de 800 metros de profundidad. Es famosa por su peligro extremo y el número de muertes en accidentes de tránsito al año, (un promedio de 209 accidentes y 96 personas muertas al año). En 1995 el Banco Interamericano de Desarrollo la bautizó como el camino más peligroso del mundo por  sus pendientes pronunciadas, con un ancho de un sólo carril (3 m en algunos lugares), y la falta de guardarraíles.

 
 
 


Actualmente hay una carretera más moderna y segura que conecta La Paz con Los Yungas que sustituyó a este tramo inicial eliminándola de la ruta 3. Sin embargo, el  sector más antiguo y peligroso para los vehículos se usa actualmente para ciclismo. El riesgo aumenta porque en la zona es habitual la lluvia y la niebla, que disminuyen notablemente la visibilidad, también el piso embarrado y las piedras sueltas que caen desde las montañas que desciende debe detenerse cuando sube otro, para poder darle el paso.

 

El peligro que supone esta ruta la convirtió en un destino turístico popular a partir de la década de 1990. Los entusiastas de la bicicleta de montaña la utilizan por sus descensos pronunciados y tienen también la oportunidad de observar hermosos paisajes naturales.

 

En 2011 se produjeron un total de 114 accidentes (la segunda ruta con más siniestros en Bolivia después del camino entre La Paz y Oruro), con un saldo de 42 fallecidos. A lo largo de la ruta hay muchos recuerdos visibles de accidentes; restos de camiones y otros vehículos permanecen esparcidos en el fondo de los precipicios.

 


La aventura, el riesgo,  la adrenalina, todo se encuentra en Coroico cuando elige el ciclismo como un medio. Sea cuidadoso y no exceda sus límites, cualquier error puede ser fatal, ya que ahí no hay tiempo para el arrepentimiento y nadie podrá acudir a rescatarlo. Ni siquiera Superman. Caer por esa carretera debe ser como  lanzarse del Empire State o la torre de Dubái en picada, sin paracaídas, sin ver lo que hay abajo. Y sin tiempo para imaginarlo.

 
 


Referencias

 

Coroico


 

Ciclismo en Coroico


 

Abra de Porculla


 


Camino a Los Yungas



 

Las cinco carreteras más peligrosas del mundo. Dangerous Road in the World

La Paz – Coroico, Bolivia

https://lifeisbutalabyrinth.wordpress.com/2012/04/15/sunday-travel-tales-16/

 

 

Friday, December 12, 2014

Cajamarca-Un par de fotografías

Cajamarca, Una vista de la ciudad desde el mirador, la Silla del Inca.


Otra vista después de la lluvia. Un café bien cargado, bizcochos  y queso cajamarquino caen muy bien de una copiosa lluvia

Saturday, June 28, 2014

El encanto de los pueblos pequeños (San Miguel, Cajamarca)

El encanto de los pueblos pequeños (San Miguel, Cajamarca, Perú)



La siguiente reflexión es general, el contenido tiene significado personal para un caso concreto, el pueblo de San Miguel, Cajamarca, Perú; por ello sugiero que cada uno realice su propio viaje y se ubique en su pueblo, en su ciudad, que reconstruya a su manera su “mundo de recuerdos”.

Para algunos, especialmente los que viven en una urbe o una gran ciudad, y visitan un pueblo pequeño, éste es aburrido, desprovisto de encantos, limitado, se puede recorrer totalmente en unos minutos y luego hay que regresar pues no existen las diversiones o perversiones de una gran ciudad. Esta percepción es válida para quien busca solo saturarse con sensaciones y emociones superficiales, que saturen al espíritu, aunque no queden recuerdos significativos. Para los que nacieron y crecieron en una gran ciudad, también ésta tiene sus encantos, pero en otra magnitud y formas múltiples.

Para los que nacieron y crecieron en un pueblo pequeño, la amplitud geográfica es secundaria, lo que importa es la grandeza espiritual, moral, evocadora. Cuando por circunstancias de la vida se debe vivir, trabajar, sufrir, gozar amar, tener familia en una gran urbe, el retorno al pueblo natal es una ocasión para la renovación total del espíritu.




El pueblo siempre es pequeño, pero ahora se recorre o camina por sus calles con la mayor lentitud posible tratando de captar con el recuerdo las imágenes de la niñez, buscando en cada rostro conocido, cada rincón, cada puerta, cada ventana, cada sonido, cada olor, cada ruido, y hasta el ladrido de un perro. Todo lo que se evoca tiene algún significado.

Todos estos eventos forman una especie de película que se proyecta en el escenario de nuestro espíritu, la energía proviene de nuestro corazón, el tiempo de duración de la película es tan largo como nuestra voluntad lo decida.

La gran evocación general proviene de la vista del pueblo completo. El panorama nos trae a la memoria toda la vida, todas las ocurrencias, todas las experiencias.



Luego, los detalles del pueblo, la plaza de armas, sus elementos icónicos como la Iglesia, la escuela donde estudiamos, cada esquina, nos trasladan a situaciones más concretas, más íntimas, más personales, más intensas.





El paisaje alrededor del pueblo es parte de la huella inmaterial del recuerdo. Nadie vivió solamente entre las calles, todos salieron a disfrutar el paisaje y cuando éste es rico en emociones imágenes, aromas, mayor es la posibilidad de tener en la memoria un caudal inagotable de sensaciones agradables.

Correr por los campos verdes cuando los maizales están en pleno proceso maduración, cuando las flores que abundan en el mes de mayo convierten la tierra en un gigantesco lienzo que no podría representarlo con fidelidad ni el más eximio artista. Llenar la vista y los demás sentidos y el espíritu de color, sonidos de la naturaleza, aromas, sol, lluvia, barro; es en cierto modo, conocer un anticipo del cielo, y por eso es otra actividad grata que se repite también cuando se regresa.



Ya no está la misma gente, los amigos o compañeros de travesuras, tal vez hasta haya desparecido algún camino o lugar secreto para aventuras infantiles, pero la mente tiene el poder mágico de traerlos a la vida o reconstruir nuestros “lugares o escondites mágicos”.



Luego, antes de volver, una última mirada para reforzar los recuerdos, como si se guardara nuevamente los juguetes favoritos en la caja hasta la siguiente oportunidad, como ordenando el universo de recuerdos. Como decir “hasta luego” al mundo que dejamos atrás, pero que mantenemos en la memoria, y solo necesitamos el retorno para mejorar algunos detalles en el recuerdo.